Remuneración de los depósitos y euríbor: ¿por qué esta vez es diferente? Más de un año después desde que el euríbor 12 abandonase el terreno negativo, con un intenso recorrido al alza que le ha llevado a superar niveles no vistos desde antes de la crisis financiera, el dilema más relevante al que se enfrentan las entidades financieras es el ritmo e intensidad de traslación de dicho incremento a la remuneración de los depósitos. Hasta la fecha, esa traslación -medida por el denominado coeficiente “beta”- está siendo muy inferior a la observada en los activos (préstamos) y en otros países europeos de referencia. En dicho contexto, el artículo analiza esas diferencias, así como la evidencia histórica de otros episodios de elevación de tipos de referencia para resaltar los elementos diferenciales que justifican la mayor cautela observada hasta el momento. Entre ellos, cabe destacar la holgada posición de liquidez del sector bancario, la incertidumbre sobre la senda más inmediata de los tipos, la utilización de los menores costes del pasivo para aliviar la carga financiera de determinados clientes de activo, o el impacto que el deterioro de la calidad crediticia pudiera tener vía mayores saneamientos.
Tras más de cinco años en valores negativos, el euríbor a doce meses se instalaba en terreno positivo ya al inicio de 2022, registrando una importante escalada de forma continuada durante dicho año y el arranque del 2023 (gráfico 1). Esa tendencia al alza se veía frustrada a principios de marzo, con los eventos de estrés desatados en algunos bancos estadounidenses y en Credit Suisse, con reminiscencias de episodios de inestabilidad financiera que obligaban a los bancos centrales a intervenir de forma coordinada en el suministro de liquidez, así como a lanzar claros mensajes de relajación o pausa en su senda futura de elevaciones adicionales de tipos de interés. Esa evolución alcista del euríbor durante 2022 ha tenido una traslación muy diferente a los dos lados del negocio con clientes, siendo mucho más intensa en los tipos de concesión de préstamos que en los de captación de depósitos. La mayor resistencia a subir los tipos de depósitos en España y Portugal puede estar incorporando elementos estructurales de ambos países, como el menor nivel de renta, la presencia de saldos medios de depósitos más reducidos, y un cobro de comisiones por prestación de servicios bancarios que históricamente ha sido más limitado, lo que otorga a los depósitos una mayor relevancia en la aportación al margen básico.
Son esas diferencias y asimetrías tan acusadas en el caso español las que están alimentando el interés mediático, al que sin duda ha contribuido también la difusión de las filas de espera para la suscripción de letras del Tesoro, en búsqueda de una rentabilidad que aún no ha sido proporcionada por el sector bancario. Probablemente existe una cierta relación de causalidad entre esa avidez por suscribir letras del Tesoro con tipos de interés en torno al 3 % anual, y la caída que se ha producido en el saldo de depósitos bancarios en los dos primeros meses de 2023, muy superior a la registrada en el mismo periodo de años anteriores. En el mismo sentido, de búsqueda de rentabilidad frente a la ausencia de retribución de los depósitos, habría que interpretar el intenso flujo de suscripción de fondos de inversión observado ya desde mediados de 2022, especialmente concentrado en fondos de renta fija o de rentabilidad garantizada.
En concreto, las suscripciones netas acumuladas hasta el mes de febrero de 2023 en los fondos de renta fija en España se sitúan por encima de los 20.000 millones de euros, a lo que hay que añadir casi 11.000 millones correspondientes a fondos garantizados y de rentabilidad objetivo, muy impulsados por las propias entidades financieras. Para abordar el dilema con un enfoque analítico, estimamos la función de respuesta o adecuación (coeficiente “beta” de la regresión) al movimiento del principal tipo de referencia (euríbor a doce meses) en los dos segmentos más relevantes del negocio con cliente: el del crédito a la vivienda, en el caso del activo, y el de los depósitos a plazo de hogares, en el caso del pasivo. En contraste con el último periodo de subida de tipos, entre junio de 2005 y diciembre de 2008, en esta ocasión la traslación está siendo más lenta, especialmente en el caso de los depósitos a plazo. En cualquier caso, la “beta” de traslación al crédito también es inferior ante el intenso repunte de la curva, el efecto del reprecio de los tipos sobre la cartera y el mayor peso del crédito a tipo fijo en el momento actual.