Retiros De Yoga — Escuela Internacional De Yoga

Sigue desde casa la clase en directo. Un Retiro es un momento de recogimiento dedicado a tu bienestar a tu vida interior y a tu formación. Es siempre una oportunidad para tomarte el tiempo de practicar, interiorizar y desarrollar una nueva mirada. Los retiros que te proponemos siempre ofrecen el espacio ideal para conectar cuerpo, mente y espíritu y renovar tu energía. Instructores/as de Yoga. Se trata de un retiro que complementa el recorrido de la formación y propone la vivencia del yoga en un contexto de convivencia único e inspirador. Es un retiro largo en convivencia con formadores/as y compañeros/as. En los retiros, todo está cuidado hasta el último detalle: la elección del lugar, la comida, el tipo de alojamiento, las salas, los tiempos de descanso y por supuesto el programa. ¿Por qué ir a un Retiro? ¿Qué voy a encontrar? Los beneficios de un retiro pueden ser profundos y tener efectos duraderos.

Aunque podemos caminar nuestro viaje existencial solos, participar en un retiro grupal es descubrir que la conexión interpersonal, la reflexión en grupo y las prácticas guiadas aportan a nuestro desarrollo personal una riqueza impresionante. Sensación de claridad acerca de tu yo auténtico, tus propósitos, tus valores y tus necesidades más profundas. Una experiencia que puede responder a tus anhelos, sin la influencia de los condicionantes externos. Oportunidad de experimentar lo necesario para conectarnos con nuestro interior y tomar las decisiones correctas en la vida. Silencio, meditación, reflexión, movimiento y yoga. Conocer a otras personas afines es establecer conexiones auténticas. El retiro crea un espacio para personas con valores comunes. Pueden comenzar relaciones significativas que duran toda la vida. El grupo crea una vivencia única de comunidad y apoyo. Atención personal y directa con los/as formadores/as o de quien guía el retiro. Es un profundo viaje de exploración, introspección y expresión creativa. Un retiro se enfoca en aquello que sirve realmente para el viaje de la vida. Nueva perspectiva en la relación contigo mismo/a y con los demás, y con las nuevas experiencias. Comprender mejor la práctica personal, la enseñanza y todo aquello que puede aportarnos aprendizaje una nueva mirada para obtener confianza y darnos la libertad que necesitamos.

Todo sobre las pin-ups. Desde antes de la Segunda Guerra Mundial, cuando alcanzaron un éxito inesperado, tuvieron usos y significados diferentes. Durante la Segunda Guerra Mundial, las ilustraciones de chicas pin-up -mujeres con poca ropa y actitud pícara- eran tan populares que hasta los bombarderos estadounidenses llevaban una en el frente del fuselaje. En trajes de baño o ropa militar, con camisas atadas a la cintura o polleras al viento, y hasta en ropa interior, estas imágenes sensuales y a la vez ingenuas adornaban también los talleres de autos y las tiendas de campaña. “Era una época en que las mujeres tenían más y mostraban menos”, apunta Dian Hanson, editora de la colección Sexy Arts de Taschen, en The Art of Pin-up, un libro que ella compiló y que acaba de lanzar la editorial con un recuento histórico y capítulos dedicados a los diez autores más destacados del género, entre ellos, Gil Elvgren, George Petty y el peruano Alberto Vargas.

Si bien el término pin-up -”fijar con tachuelas”- se acuñó en 1941, las primeras creaciones de este tipo aparecieron hacia 1886 en revistas francesas, de la mano de Jules Chéret -conocido como el padre del póster moderno-, y en 1895, en los Estados Unidos. Entonces, Charles Dana, un dibujante de la revista Life, creó a la Gibson Girl, una fémina desenvuelta que encarnaba el espíritu de la nueva mujer que estaba naciendo. Dana la delineó jugando al tenis o andando a caballo o en bici. Eran los años dorados de la ilustración. La bicicleta había sido la gran conquista femenina -una mujer ya no necesitaba de un hombre para ir de un lugar a otro- y la lucha por el sufragio femenino en los EE.UU. Los vestidos y corsets fueron reemplazados por ropa más cómoda y también más reveladora, que marcaba, por ejemplo, las piernas, antes ocultas bajo capas de tela. “Al intentar ganarse un lugar en un mundo de hombres, las mujeres los liberaron para que estos las miraran y las apreciaran de una forma más apasionante”, escribe Hanson.

Paradójicamente, las pin-ups, símbolos sexuales creados desde el punto de vista masculino -sin connotación pornógrafica: su sex-appeal es natural y su lencería suele quedar expuesta por accidente- son una representación del feminismo, al haber animado a las mujeres a liberarse de las normas impuestas. Actualmente, según académicas como Maria Elena Buszek, de la Universidad de Colorado, se las considera “una reivindicación de la sexualidad femenina”. La imagen de estas chicas -que aparecían en situaciones domésticas, aunque siempre con cierto descaro- se utilizó para reclutar soldados en la Primera Guerra Mundial, cuando el concepto de propaganda, para exaltar el patriotismo o atacar al enemigo, se había establecido. “Caramba. Ojalá fuera un hombre, me uniría a la Armada”, decía una pin-up vestida como marinera. “Sé un hombre y hazlo”, concluía. Posters por el estilo se clavaban en las paredes. A lo largo del tiempo, las pin-ups han tenido diferentes propósitos. En la Segunda Guerra levantaban la moral de las tropas.

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