La industria de las apuestas deportivas continúa en franco ascenso y Argentina no es la excepción ante esta tendencia global. De hecho, un reciente informe en la región indica que el rubro ya genera aproximadamente 10 mil millones de dólares en Latinoamérica, de los cuales casi un 25% (2,4 mil millones) corresponden al país campeón mundial de fútbol. Según indica la compañía Playtech, encargada de llevar a cabo el relevamiento en territorio albiceleste pero que también incluyó a Brasil, Perú, Chile y Colombia, el crecimiento despegó en particular a partir de la pandemia de Covid-19 y los argentinos lideran este incremento en cuanto a cantidad de usuarios registrados y descargas de aplicaciones. En ese sentido, Francesco Rodano, director de Políticas de Playtech, indica: «A medida que la industria del juego crece, hay que prestar principal atención a las problemáticas que puede generar. Una mayor transparencia en torno a las apuestas es importante para la seguridad de los usuarios». ¿Cómo viene Argentina en ese aspecto?
Pues la encuesta arrojó que el 84% de los argentinos nunca recibió una advertencia sobre la cantidad de horas de juego o las inversiones y las posibles problemáticas que se desprendan de ello. Situación muy distinta a la de, por ejemplo, Brasil, donde más de la mitad de los usuarios encuestados (52%) mencionaron que fueron advertidos en algún momento sobre su comportamiento con el juego. Rodano añade que “las políticas regulatorias de los estados deben ser claras y los jugadores deben estar al tanto de ellas», al tiempo que realza la importancia de «las herramientas de análisis de datos para proteger a los jugadores y estar alertas ante casos problemáticos”. En el país, el 90% de los encuestados aseguró que juega «responsablemente». ¿Qué significa esto para los usuarios? El “no gastar dinero que no pueda permitirse perder” en las apuestas, es decir cuidar la economía personal y no ponerla en riesgo con este hobbie. El 64% dijo que juega por diversión y el 28% afirmó que esa recreación no afecta a su vida, aunque un 3% cree que el juego se está convirtiendo en un problema. El último Mundial, ganado precisamente por Argentina, también provocó un alza en las apuestas. Pero no todo es fútbol, incluso en tierras campeonas del mundo. Según el informe de Playtech, tras el deporte rey, el 27% se vuelca a las apuestas en tenis y el tercer y cuarto puesto sorprenden: el 23% elige los reality shows y el 21% “dardos”.
Todo sobre las pin-ups. Desde antes de la Segunda Guerra Mundial, cuando alcanzaron un éxito inesperado, tuvieron usos y significados diferentes. Durante la Segunda Guerra Mundial, las ilustraciones de chicas pin-up -mujeres con poca ropa y actitud pícara- eran tan populares que hasta los bombarderos estadounidenses llevaban una en el frente del fuselaje. En trajes de baño o ropa militar, con camisas atadas a la cintura o polleras al viento, y hasta en ropa interior, estas imágenes sensuales y a la vez ingenuas adornaban también los talleres de autos y las tiendas de campaña. “Era una época en que las mujeres tenían más y mostraban menos”, apunta Dian Hanson, editora de la colección Sexy Arts de Taschen, en The Art of Pin-up, un libro que ella compiló y que acaba de lanzar la editorial con un recuento histórico y capítulos dedicados a los diez autores más destacados del género, entre ellos, Gil Elvgren, George Petty y el peruano Alberto Vargas.
Si bien el término pin-up -”fijar con tachuelas”- se acuñó en 1941, las primeras creaciones de este tipo aparecieron hacia 1886 en revistas francesas, de la mano de Jules Chéret -conocido como el padre del póster moderno-, y en 1895, en los Estados Unidos. Entonces, Charles Dana, un dibujante de la revista Life, creó a la Gibson Girl, una fémina desenvuelta que encarnaba el espíritu de la nueva mujer que estaba naciendo. Dana la delineó jugando al tenis o andando a caballo o en bici. Eran los años dorados de la ilustración. La bicicleta había sido la gran conquista femenina -una mujer ya no necesitaba de un hombre para ir de un lugar a otro- y la lucha por el sufragio femenino en los EE.UU. Los vestidos y corsets fueron reemplazados por ropa más cómoda y también más reveladora, que marcaba, por ejemplo, las piernas, antes ocultas bajo capas de tela. “Al intentar ganarse un lugar en un mundo de hombres, las mujeres los liberaron para que estos las miraran y las apreciaran de una forma más apasionante”, escribe Hanson.
Paradójicamente, las pin-ups, símbolos sexuales creados desde el punto de vista masculino -sin connotación pornógrafica: su sex-appeal es natural y su lencería suele quedar expuesta por accidente- son una representación del feminismo, al haber animado a las mujeres a liberarse de las normas impuestas. Actualmente, según académicas como Maria Elena Buszek, de la Universidad de Colorado, se las considera “una reivindicación de la sexualidad femenina”. La imagen de estas chicas -que aparecían en situaciones domésticas, aunque siempre con cierto descaro- se utilizó para reclutar soldados en la Primera Guerra Mundial, cuando el concepto de propaganda, para exaltar el patriotismo o atacar al enemigo, se había establecido. “Caramba. Ojalá fuera un hombre, me uniría a la Armada”, decía una pin-up vestida como marinera. “Sé un hombre y hazlo”, concluía. Posters por el estilo se clavaban en las paredes. A lo largo del tiempo, las pin-ups han tenido diferentes propósitos. En la Segunda Guerra levantaban la moral de las tropas.