Jugadores colombianos de renombre que han jugado en la Liga MX. James Rodríguez ha llegado al fútbol mexicano como el nuevo fichaje estrella del León, con la vista puesta en el Clausura 2025 y en la vitrina que espera conquistar en el Mundial de Clubes que se llevará a cabo en verano. El colombiano aterriza con un currículum impresionante: multicampeón con Real Madrid, campeón en seis países diferentes, más de 100 goles en Europa y ganador de la Bota de Oro en una Copa del Mundo, entre otros logros. René Higuita es considerado uno de los futbolistas más legendarios de la historia del fútbol colombiano. El arquero, reconocido por su personalidad única bajo los tres palos y su capacidad goleadora, jugó en las filas del Veracruz. Con los Tiburones Rojos, Higuita disputó 28 partidos y logró anotar cuatro goles. Miguel Calero fue un referente indiscutible en la portería de los Tuzos del Pachuca durante varios años. El arquero colombiano se destacó por su gran nivel y se consagró con cuatro títulos de Liga MX. Además, fue parte fundamental del equipo que se coronó en la Copa Sudamericana de 2006, venciendo a Colo Colo en una histórica final.
La Unión Argentina de Rugby (UAR), entidad que nuclea a todas las uniones de rugby del país, expresó su rechazo a cualquier tipo de asociación con empresas que promuevan las apuestas deportivas. Al justificar la decisión, vinculó a la actividad con la problemática de la adicción al juego. En el comunicado, difundido el martes último, la organización calificó la medida como una forma de “contribuir a la prevención y el tratamiento de la ludopatía, considerando que estas empresas podrían tener un impacto negativo en nuestros seguidores y jugadores, especialmente en los más jóvenes y menores de edad”. La UAR está compuesta por 25 uniones provinciales de todo el país integradas, a su vez, por un total de 574 clubes a los que pertenecen cerca de 100.000 jugadores. “Hemos recibido la preocupación de algunos directivos de clubes por el avance de las apuestas en chicos de 15 o 16 años que compran el sueño de salvarse solos, cuando la esencia del rugby promueve todo lo contrario, el trabajo en equipo.
Nadie se salva solo”, reflexiona Gabriel Travaglini, presidente de la unión. La decisión, que parece ir a contramano de lo que ocurre con otros deportes como el fútbol, donde las casas de apuestas tienen fuerte presencia como sponsors en ligas y clubes, ya tuvo impacto hacia el interior de la organización. Al día siguiente, la Unión de Rugby de Buenos Aires (URBA), que nuclea a 91 clubes de la provincia de Buenos Aires, expresó su rechazo a cualquier tipo de participación, promoción, publicidad o asociación con empresas que promuevan las apuestas deportivas. “Es de esperar que todas las uniones actúen de la misma manera, ya que sus presidentes son directivos de la UAR. Es decir que avalan este comunicado que sacamos en contra de al asociación con empresas de apuestas”, explica Travaglini. “Entiendo que el tema económico puede ser una tentación muy grande, sobre todo en las uniones del interior del país.
Pero la plata hay que buscarla en otro lado. La actividad que promueven estas empresas, cuando se vuelve una adicción, es como cualquier otra droga: se vuelve incontrolable y se hace muy difícil salir“, agregó el directivo, en diálogo con LA NACION. Un informe especial de LA NACION refleja la preocupación de psicólogos y psiquiatras infantojuveniles, que advierten que cada vez más chicos y adolescentes hacen apuestas online sin control, con graves consecuencias. Se trata de una actividad que ocurre principalmente desde la pandemia. En ese contexto creció el uso de dispositivos tecnológicos. Además, en esa misma época la mayoría de las provincias y la ciudad de Buenos Aires habilitaron la actividad para mayores de 18 años. Fue cuando a la par de las casas que operan de manera lícita, proliferaron casinos ilegales que aceptan jugadores de cualquier edad. Según explican los especialistas, el juego online en estos sitios de apuestas se transformó en una practica que crece de manera preocupante en los colegios, en la vida social de los chicos (clubes, fiestas, asados, viajes de egresado) y en sus propias casas, a veces en sus cuartos o a la vista de la familia pero sin que sea advertido fácilmente.