ING Direct España Gana 226.000 Clientes en un Año Y Crece en Créditos Y Depósitos

ING Direct cerró 2013 con 2,9 millones de clientes en España, el 8,5% más que el año anterior. Crece en créditos, depósitos y fondos. El grupo holandés obtuvo un beneficio ordinario de 3.255 millones, batiendo las previsiones. ING Direct volvió a crecer en España el año pasado, tanto en clientes como en balance. El resultado obtenido en España se desconoce ya que, desde hace unos años, el grupo holandés no desglosa estos datos: España está incluida en la unidad de banca minorista del Resto de Europa (excluyendo Holanda y Alemania). El banco naranja ha conquistado 226.000 nuevos clientes, hasta los 2,89 millones. En hipotecas, lo que durante un tiempo fue el producto estrella de la entidad, el crecimiento ha sido moderado: apenas el 0,3% en el año, hasta alcanzar los 9.464 millones de euros. No obstante, ING Direct fue probablemente el único banco que consiguió incrementar el balance hipotecario, en un contexto de desapalancamiento de los hogares y crisis del mercado inmobiliario. En cambio, el crecimiento fue más acentuado en el resto de los créditos, que cerraron el ejercicio en 741 millones, el 34,4%. ING Direct empezó después del verano una campaña para entrar en el segmento del crédito a pymes. Los depósitos subieron un 11,2%, hasta situarse en 22.470 millones, mientras que el pasivo fuera de balance aumentaron un 13% y alcanzaron los 2.870 millones. Además, la entidad dirigida por Almudena Román ha informado de que ha superado el millón de Cuentas Nóminas, un producto que ING lanzó para transformarse en el banco principal de sus clientes. El grupo bate previsiones El grupo ING obtuvo un beneficio operativo de 3.255 millones de euros, un 22,2% más que el año anterior y por encima de las previsiones de los analistas.

Todo sobre las pin-ups. Desde antes de la Segunda Guerra Mundial, cuando alcanzaron un éxito inesperado, tuvieron usos y significados diferentes. Durante la Segunda Guerra Mundial, las ilustraciones de chicas pin-up -mujeres con poca ropa y actitud pícara- eran tan populares que hasta los bombarderos estadounidenses llevaban una en el frente del fuselaje. En trajes de baño o ropa militar, con camisas atadas a la cintura o polleras al viento, y hasta en ropa interior, estas imágenes sensuales y a la vez ingenuas adornaban también los talleres de autos y las tiendas de campaña. “Era una época en que las mujeres tenían más y mostraban menos”, apunta Dian Hanson, editora de la colección Sexy Arts de Taschen, en The Art of Pin-up, un libro que ella compiló y que acaba de lanzar la editorial con un recuento histórico y capítulos dedicados a los diez autores más destacados del género, entre ellos, Gil Elvgren, George Petty y el peruano Alberto Vargas.

Si bien el término pin-up -”fijar con tachuelas”- se acuñó en 1941, las primeras creaciones de este tipo aparecieron hacia 1886 en revistas francesas, de la mano de Jules Chéret -conocido como el padre del póster moderno-, y en 1895, en los Estados Unidos. Entonces, Charles Dana, un dibujante de la revista Life, creó a la Gibson Girl, una fémina desenvuelta que encarnaba el espíritu de la nueva mujer que estaba naciendo. Dana la delineó jugando al tenis o andando a caballo o en bici. Eran los años dorados de la ilustración. La bicicleta había sido la gran conquista femenina -una mujer ya no necesitaba de un hombre para ir de un lugar a otro- y la lucha por el sufragio femenino en los EE.UU. Los vestidos y corsets fueron reemplazados por ropa más cómoda y también más reveladora, que marcaba, por ejemplo, las piernas, antes ocultas bajo capas de tela. “Al intentar ganarse un lugar en un mundo de hombres, las mujeres los liberaron para que estos las miraran y las apreciaran de una forma más apasionante”, escribe Hanson.

Paradójicamente, las pin-ups, símbolos sexuales creados desde el punto de vista masculino -sin connotación pornógrafica: su sex-appeal es natural y su lencería suele quedar expuesta por accidente- son una representación del feminismo, al haber animado a las mujeres a liberarse de las normas impuestas. Actualmente, según académicas como Maria Elena Buszek, de la Universidad de Colorado, se las considera “una reivindicación de la sexualidad femenina”. La imagen de estas chicas -que aparecían en situaciones domésticas, aunque siempre con cierto descaro- se utilizó para reclutar soldados en la Primera Guerra Mundial, cuando el concepto de propaganda, para exaltar el patriotismo o atacar al enemigo, se había establecido. “Caramba. Ojalá fuera un hombre, me uniría a la Armada”, decía una pin-up vestida como marinera. “Sé un hombre y hazlo”, concluía. Posters por el estilo se clavaban en las paredes. A lo largo del tiempo, las pin-ups han tenido diferentes propósitos. En la Segunda Guerra levantaban la moral de las tropas. “Les recordaban a los hombres qué les esperaba en casa, las mujeres por las que ellos estaban luchando, y eso les estimulaba a luchar con más fuerza.

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